jueves, 19 de marzo de 2015

Él tenía la mirada más perdida que he visto en mi vida...

Él tenía la mirada más perdida que he visto en mi vida. Lo observé con dulzura hasta que nuestros ojos se encontraron, y le sonreí tristemente. Me vi reflejada en sus pupilas. Vislumbré mi dolor, mi derrota. Por primera vez desde hacia meses pude ver la niña que era en realidad.
Creí que entregándome a él mis heridas sanarían, pero con cada roce de sus labios se me desgarraba el pecho, con cada caricia se me escapaba la vida, con cada palabra de amor mi rostro se llenaba de lágrimas.
Mi identidad iba desapareciendo. Me convertí en una muñeca muda que se rompía mes tras mes, siempre el mismo día.
Acepté sus miedos y sus adicciones. Afronté sus inseguridades y calmé sus remordimientos dejándole llorar en mi pecho. Me refugié en sus dudas, fugitiva de mi pasado, desertora de mis propios demonios.
No exigí. Él nunca preguntó. Y cuando no pude soportar más el peso sobre mis hombros... desaparecí.
Sólo dejé un rastro de carmín en su almohada, mi perfume en el aire, y la esperanza rota de lo que nunca habría podido ser.



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