El viento frío azota con fuerza su rostro. Su pelo se arremolina sobre su cara y él se lo aparta con dulzura, reclamando un beso con la mirada. Ella se lo devuelve, sonriendo. Pero en el fondo sabe que no está haciendo lo correcto. Su corazón es libre, libre como un pájaro. Sólo quiere volar, sentir, soñar... Se ahoga si la enjaulan. Pero, ¿cómo explicárselo? Él es encantador, no cabe duda. Divertido, cariñoso, apasionado. Y aun así, ella necesita tiempo. Tiempo para encontrarse a sí misma y saber qué quiere. Tiempo para probar el sabor de otros labios. Tiempo para no preocuparse por nadie más. Tiempo para cerrar las heridas. Tiempo para borrar las lágrimas que se asoman tras sus ojos. Tiempo para olvidar.
