jueves, 19 de marzo de 2015

Él tenía la mirada más perdida que he visto en mi vida...

Él tenía la mirada más perdida que he visto en mi vida. Lo observé con dulzura hasta que nuestros ojos se encontraron, y le sonreí tristemente. Me vi reflejada en sus pupilas. Vislumbré mi dolor, mi derrota. Por primera vez desde hacia meses pude ver la niña que era en realidad.
Creí que entregándome a él mis heridas sanarían, pero con cada roce de sus labios se me desgarraba el pecho, con cada caricia se me escapaba la vida, con cada palabra de amor mi rostro se llenaba de lágrimas.
Mi identidad iba desapareciendo. Me convertí en una muñeca muda que se rompía mes tras mes, siempre el mismo día.
Acepté sus miedos y sus adicciones. Afronté sus inseguridades y calmé sus remordimientos dejándole llorar en mi pecho. Me refugié en sus dudas, fugitiva de mi pasado, desertora de mis propios demonios.
No exigí. Él nunca preguntó. Y cuando no pude soportar más el peso sobre mis hombros... desaparecí.
Sólo dejé un rastro de carmín en su almohada, mi perfume en el aire, y la esperanza rota de lo que nunca habría podido ser.



sábado, 14 de marzo de 2015

Ella tenía la sonrisa más triste que he visto en mi vida...

Ella tenía la sonrisa más triste que he visto en mi vida. Nuestras miradas se cruzaron y se me partió el alma en mil pedazos; como un espejo roto que me mostraba retales de una vida vacía. El cristal me devolvía el reflejo del rostro sin esperanza de mi esposa, los restos de coca esparcidos por la mesa, y las piernas de cada mujer que recorrí sin más motivo que mi cobardía. 
Por eso me entregué a ella. Le regalé mi alma rota y ella me ofreció su dulzura. Sus manos suaves, que me curaban las cicatrices; sus labios carnosos, que me devolvían la vida; sus senos firmes, que me abrazaban la esperanza. 
Acepté sus silencios y sus melancolías. Afronté sus sollozos a medianoche y calmé sus ataques de ansiedad, que llegaban puntuales, mes tras mes, siempre el mismo día. 
No pregunté. Ella nunca exigió. Y cuando todo su ser inundaba mis pulmones... desapareció.
Sólo dejó un rastro de pétalos sin vida, su perfume en el aire y el peso de mis demonios aplastando el colchón.