martes, 12 de mayo de 2015

Aquella niña que dejaba de serlo al contacto con tu cintura.

Obsérvame mientras te beso y te acaricio.
Siénteme mientras me deslizo a horcajadas sobre ti y te araño los brazos. 
Guarda bien el aroma que dejan mis rizos en tu cuello, y el sabor de mi piel en tus labios.
Nunca olvides cómo se apodera la dulzura de mis ojos al mirarte, ni cómo se expande mi sonrisa cuando te quedas dormido frente al portátil.

Perdona mis errores, mis reporches, mis lágrimas, mis tonterías.
Conserva mis abrazos, mis orgasmos, mi sinceridad, mis ilusiones, mi inmarcesibilidad.
Guarda el tacto de mis labios y el sonido de mi risa en un suspiro, y no los sueltes nunca.

Te siento como nunca he sentido a nadie...
Tan sólo te pido que me recuerdes como alguien que te quiso sin miedos ni complejos, sin tabúes ni condiciones.
Piensa en mí como aquella niña que dejaba de serlo al contacto con tu cintura.