sábado, 26 de julio de 2014

Nunca.

Nunca te paraste a contar mis lunares.
Nunca intentaste entender mis inquietudes, mis sueños, mis miedos.
Nunca me tomaste en serio.
Nunca pensaste en inmortalizar mi sonrisa.
Nunca preguntaste.
Nunca respondiste.
Nunca supiste lo que querías.

Me dejaste hablando sola en la oscuridad.
Me encerraste en una habitación sin ventanas.

Y ahora es tan tarde... tan inmensamente tarde que ni todo el perdón del mundo serviría.