El silencio se desnuda mietras tu mirada recorre mi piel sedienta de ti.
Las yemas de tus dedos provocan tsunamis de placer en cada uno de mis rincones.
Tu mirada profunda me despoja de miedos, de vergüenzas, de pasado, de futuro.
Tus carnosos labios dibujan enredaderas descendentes alrededor de mi cuello.
Sólo estamos tú y yo en la habitación... y la lujuria, que nos mira con envidia desde el umbral de la entornada puerta.
Sólo estamos tú y yo en la habitación... y la lujuria, que nos mira con envidia desde el umbral de la entornada puerta.
Me pierdo en tu sonrisa feroz que me desarma y me expone sin resistencia a tus más oscuros juegos.
Juntos, revueltos, dispersos, abiertos, carnívoros, vulnerables, poderosos, hambrientos, imprudentes, sensibles, dementes, unidos, salvajes, fundidos, ardientes, eufóricos, animales.
Y de repente, la calma. Una paz hecha de respiraciones satisfechas.
Apoyada en tu pecho, observo los secretos de tu rostro mientras la ternura se me acumula en el pecho y la emoción se derrite en mis pupilas.
Cierro los ojos y sólo puedo pensar: "te quiero".
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